El boliche


Kheyvis se encontraba en Avenida del Libertador al 1965.

La capacidad máxima de alojamiento del boliche era de 150 personas, mientras que esa noche habían alrededor de 600 personas, lo que demuestra la primer falla del boliche en relación al aspecto legal: habían 450 jóvenes más que los permitidos por la ley dentro del boliche.

Por otro lado, la disco debía tener todas sus salidas de emergencia habilitadas y los materiales con los que estaba construida no debían ser inflamables. Ninguna de las dos condiciones se cumplió:

La única puerta habilitada para la circulación de jóvenes y miembros de personal del boliche era la de entrada. Ninguna de las salidas de emergencia estaba habilitada, al igual que en la tragedia de Cromagnón.

Los materiales del local eran altamente inflamables ya que su mayor componente era la madera.

Los responsables encargados de la regulación de los boliches dentro del partido de Vicente López eran los inspectores municipales. Podemos afirmar que no cumplieron sus funciones como debían. Como fundamento de esta afirmación, tenemos el testimonio de Beatriz Tello, la persona encargada junto a su marido de la limpieza de Kheyvis, en una charla con Clarín: “Nosotros fuimos testigos de cómo eran las visitas de los inspectores antes del incendio. Llegaban a las dos, a las tres de la mañana en plena fiesta, se acercaban a la barra, miraban un poquito el baño y después los iban llevando del hombro”. También Beatriz dio a entender que los inspectores cobraban coimas: “Nosotros, para cobrar, teníamos que esperar a que primero pasaran ellos por la oficina. Si hasta escuchábamos a los dueños cómo se quejaban diciendo que lo que se había trabajado esa noche se lo habían llevado casi todo los inspectores”.

En conclusión, Kheyvis no era un lugar seguro y esa inseguridad recaía directa y principalmente en sus dueños y sus inspectores.

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